OPINIÓN / PARTICIPACIÓN
EN LOS PASILLOS DE LA BIOÉTICA
por Rogelio Altisent. Profesor de Bioética en la Universidad de Zaragoza | 07/10/2014 17:21
El pasado curso académico propuse a mis alumnos de ética en el Grado de Medicina la participación voluntaria en un taller de lectura dedicado a comentar el libro La lección de August. Se trata de una novela muy especial que narra las peripecias de un niño con una malformación congénita que le afecta a la cara dándole un aspecto que produce una reacción repulsiva. El propio protagonista afirma: «no voy a describir cómo es mi cara. No se cómo os la estaréis imaginando, pero seguro que es mucho peor». La autora es R. J. Palacio, una diseñadora de portadas de libros que vive en Brooklyn. Ella cuenta que la idea surgió un día que estaba con sus hijos pequeños en una heladería y se cruzó con una niña que tenía la cara deformada. Luego supo que se trataba del síndrome de Treacher-Collins, una rara enfermedad hereditaria que deforma las facciones pero deja al niño completamente normal en todo lo demás. La autora explica que tuvo una reacción de pánico, volcó la mesa, se le cayeron los batidos al suelo, cogió a sus hijos y se fueron volando, mientras el mayor le decía: «¿por qué nos vamos tan rápido?». Después reflexionó sobre su reacción y escribió este libro.
La historia arranca cuando August cumple diez años y sus padres deciden escolarizarlo, es decir, enfrentarlo al mundo exterior, fuera de la protección de su casa y su familia. Al ser recibidos por el director del colegio empiezan la emociones. En el relato se van sucediendo las narraciones del mismo August, de su hermana y de una serie de compañeros de colegio, leales unos, traidores otros. Cada uno explica desde su perspectiva las aventuras y los dramas, aparentemente infantiles que terminan girando en torno a la fealdad del rostro de August, y la cascada de reacciones que genera, con un abanico de reflexiones que van desde la crueldad hasta la ternura, pasando por la frivolidad y la bondad. Todo lo que bulle en el corazón de unos niños que no hacen sino proyectar el mundo de los adultos.
Una historia original e inolvidable que enseña a ver la realidad desde distintos ángulos y con diferentes ojos. La lectura del libro me llevó a pensar que sería una inversión de tiempo muy rentable en un estudiante de Medicina que en la senda para llegar a ser un buen profesional necesita aprender a comprender a las personas que trata. Los participantes en el taller debían llevar leída la correspondiente parte del libro que se indicaba para cada una de las tres sesiones programadas, donde podrían exponer con libertad las reflexiones que les iba suscitando su lectura. Los alumnos tuvieron la oportunidad de discutir abiertamente sobre: los prejuicios, la normalidad, la compasión, la bondad, el rechazo, el miedo, el perdón, la libertad, la mentira, la felicidad, el acoso, la amistad. ¿Se puede pedir más a un taller de tres sesiones de hora y media? El resultado me han parecido magnífico y por esta razón lo he querido compartir con mis amigos lectores. La conclusión: es difícil alcanzar este nivel de reflexión por otra vía docente.
En 2012 R. J. Palacio fue declarada por The Times una de las cien personas más influyentes del año. He descubierto que en 2013 Irene de Puig ha publicado en castellano una guía de lectura para sacarle el jugo a esta novela, que puede interesar a quienes estén relacionados con la docencia en el ámbito de la humanidades. En cualquier caso se trata de una lectura aconsejable para cualquiera, y, no se preocupen -como le ocurrió a algunos de mis alumnos- si el libro se encuentre en la sección de lectura juvenil de las librerías.
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