¿Por qué leer a Fairbairn? (Ogden, T.H.)
Publicado en la revista nº045
Why read Fairbairn? Thomas H. Ogden. Int J Psychoanal (2010) 91:101–118.
T.H. Ogden explica en su artículo el modelo de la mente que Fairbairn desarrolla y que incorpora en su estructura una conceptualización del desarrollo psíquico temprano que no se encuentra en los escritos de las principales teorías analíticas del siglo XX.
El autor explica cómo Fairbairn reemplaza el modelo estructural planteado por Freud por otro modelo concebido como un “mundo interno”, en el cual partes disociadas y reprimidas del self entablan una relación objetal estable, si bien potencialmente modificable. Las sub-organizaciones de la personalidad que constituyen este mundo objetal interno constituyen un grupo más amplio que el triunvirato del modelo freudiano, y provee, en opinión del autor, un conjunto más rico de metáforas con las que comprender ciertos tipos de dilemas humanos por una parte -especialmente los que tienen como base el miedo a que el amor de uno sea destructivo-, y por otra el rol central que juegan sentimientos como el resentimiento, desprecio, desilusión, amor adictivo en la estructuración de la mente inconsciente.
A juicio de Ogden, la teoría de Fairbairn de relaciones objetales internas constituye uno de las contribuciones más importantes para el desarrollo de la teoría psicoanalítica en su primer siglo. Piensa que el escaso interés que hasta ahora ha despertado en comparación con otros autores del S.XX se debe al relativo aislamiento geográfico de Fairbairn, que trabajó en soledad en Edimburgo con pocas ocasiones de intercambio intelectual y de compromiso personal con sus colegas del Instituto Psicoanalítico de Londres y, también, al estilo de prosa densa con el que escribe, con un modo de teorizar altamente abstracto y con términos teóricos propios que no han sido adoptados por otros teóricos analíticos.
A lo largo del artículo el autor no se propone sólo explicar y clarificar el pensamiento de Fairbairn, sino que genera algo propio al desarrollar lo que él considera implicaciones importantes y extensiones del pensamiento de Fairbairn. A partir de los escritos minuciosamente leídos ilustra con viñetas clínicas cómo las ideas de Fairbairn han dado forma y evolucionado en su propio trabajo analítico.
Elementos de la revisión de Fairbairn de la teoría psicoanalítica
Ogden expone cómo para Fairbairn el problema psicológico más difícil, y más formativo psíquicamente para él, que afronta el infante es el dilema que aparece cuando experimenta a su madre como amorosa y aceptadora de su amor y, al mismo tiempo, no amorosa y rechazante de su amor. En el pensamiento de Fairbairn esto aparece cuando por una parte el infante percibe realistamente los límites de la capacidad de su madre de amarle, y por otra cuando malinterpreta privaciones inevitables como fallas del amor de su madre por él. La falla materna para convencer al niño de su amor (sea desde una u otra vía) es el origen, para Fairbairn, de que todos sin excepción hayamos de ser considerados esquizoides (en mayor o menor grado de severidad), pues en todos hay, a partir de este dilema, cierta disociación patológica del self.
En opinión del autor, se da en esta teoría un aspecto complementario con la teoría de M. Klein que nos permite, citando a Bion, una visión binocular como analistas: Fairbairn cree en la primacía de la realidad externa y del rol secundario de la fantasía inconsciente, mientras que Klein cree en el rol primario de la fantasía inconsciente y en el efecto secundario de la realidad externa.
Ogden plantea y desarrolla cómo la teoría de Fairbairn del desarrollo psíquico temprano es una teoría del trauma en la que el infante, en diversos grados, está traumatizado por su percepción de una madre cuya incapacidad de amarle ha sobrepasado su umbral de ruptura. El sentimiento subjetivo del infante es singularmente devastador en varios aspectos: la experiencia del niño es de vergüenza por el propio despliegue de necesidades que son minusvaloradas o ignoradas, surgen sentimientos de inutilidad, indigencia y el sentido de sí de ser malo (por pedir demasiado). Aún peor es la amenaza sentida para su misma existencia al experimentar vacío de su libido, desintegración e inminencia de muerte psíquica, de sí mismo. Y, aún más, siente que la causa de esto es que su amor, percibido por el niño como constitutivo del sí mismo y lo que constituye su propia bondad, destruye el afecto de ella, el aparente rechazo es debido a que su propio amor es tóxico y malo.
Como consecuencia, el niño, que necesita absolutamente el objeto materno, tendrá que afrontar dos tareas para su supervivencia: intentará persistentemente establecer y mantener un vínculo amoroso con una madre capaz de dar y recibir amor, tratando de deshacer los efectos tóxicos de su propio amor y también intentará separarse de sus esfuerzos inútiles de extraer amor del objeto externo materno experimentado como no amoroso, pues ahí siente la amenaza de desintegración y muerte psíquica. Esta maniobra psicológica será lograda finalmente desarrollando un mundo objetal interno (un aspecto de la mente) en el que la relación con el objeto externo no amoroso se transforma en una relación objetal interna, en una relación con un aspecto de sí mismo. Dice el autor “la hemorragia de la libido se restaña en un vacío emocional” en el que el niño obtiene una sensación de control y seguridad.
Continúa el autor radicando la teoría de Fairbairn en la matriz clásica y señalando también su radical novedad. En sus escritos, Fairbairn (1943, 1944) recuerda al lector una y otra vez que esta concepción del mundo objetal interno no hace más que elaborar la concepción freudiana de la creación de la “agencia crítica” (más tarde llamada superego). La disociación del ego que plantea Freud en Duelo y Melancolía (1917) en la que una parte del sí mismo -que alberga rabia impotente hacia el objeto abandonante- entra en una relación interna estable con otra parte disociada del ego que se identifica con el objeto abandonante, resulta en el sentimiento inconsciente de que uno no ha perdido el objeto puesto que éste ha sido reemplazado por una parte del sí mismo.
La novedad que describe el autor en la comprensión que tiene Fairbairn de la estructura psíquica y de la naturaleza de las relaciones objetales internas está en su contenido y su modo de organizarlas: la estructura endopsíquica (así llamada por Fairbairn) es una sub-organización del self disociada del “cuerpo” principal del ego/self. Y en esta estructura endopsíquica conviven subestructuras del ego -objetos (para el autor aspectos del self)- que tienen su organización única. Ésta define el modo como cada objeto experimenta y responde a sus percepciones, necesidades y deseos. Fairbairn diverge de Freud y Klein en cuanto piensa que es inadecuado plantear un aspecto del self que esté vacío de impulsos, deseos y anhelos, o la presencia de éstos divorciados de una sub-estructura del ego con un patrón determinado.
En cuanto al contenido de esta estructura endopsíquica resulta de la maniobra psíquica de supervivencia del niño; el objeto interno no amoroso queda dividido en dos partes: la madre seductora-exasperante[1] y la madre rechazante. En este punto, Ogden propone la suspensión de juicio por parte del lector y el examen de las consecuencias clínicas y teóricas de esta hipótesis puesto que Fairbairn no explica cómo llega a esta idea (dice el autor “¿por qué no postular una parte celosa y otra asesina o bien una parte envenenadora y otra devoradora?”).
Fairbairn propone que un aspecto del niño (al que llamará ego libidinal) se siente poderoso e incontrolablemente vinculado al aspecto seductor-atormentante del objeto materno internalizado (objeto excitante) y otro aspecto del niño (al que llamará saboteador interno) se encuentra vinculado sin remedio al otro aspecto del objeto interno materno, el objeto rechazante. Estos dos aspectos del niño, así como los otros dos aspectos identificados con los aspectos maternos, están disociados del cuerpo central del ego.
Entre estos pares de objetos internos se establecen relaciones que son reprimidas por el aspecto sano del niño (ego central), por la intensa rabia que siente hacia el objeto interno materno no amoroso. Si bien el objeto excitante y rechazante son partes del self, tienen un sentimiento hacia sí mismas de “no soy yo” pues están plenamente identificadas con la madre no amorosa. El autor piensa que el control ilusorio que el niño logra por medio de esta internalización logra saldar sólo en parte la cuenta defensiva, pues mantener el mundo objetal interno como sistema de realidad cerrado y aislado de la realidad externa requiere una inmensa cantidad de energía psíquica.
A pesar del hecho de que las partes disociadas y reprimidas del ego se sienten cruelmente desdeñadas y sienten enorme resentimiento por el objeto no aceptante Fairbairn sostiene que las relaciones entre estas partes disociadas y el objeto internalizado, también disociado, son de naturaleza libidinal. Para Ogden esto sugiere que “ego libidinal” y “saboteador interno” tienen el deseo y necesidad de transformar el objeto interno no amoroso en uno amoroso y aceptador. Aún más, le parece, como extensión del pensamiento de Fairbairn, que en el niño el transformar los objetos insatisfactorios en satisfactorios, revirtiendo así el efecto tóxico imaginado de su amor sobre la madre, es la motivación principal que sostiene la estructura del mundo objetal interno.
La “vida emocional” de los objetos internos de Fairbairn
En el artículo, el autor continúa exponiendo lo que piensa es la naturaleza de la “vida emocional” de cada uno de los objetos internos tal y como los concibe Fairbairn. Parte del hecho de que el amor y el odio que vincula entre sí a los objetos internos son inherentemente patológicos pues deriva por entero de un vínculo patológico entre el infante y una madre inalcanzable.